¿Vendrás conmigo?
Cada vez camino más y más rápido hacia mi propia destrucción. La forma de llegar es directa y sólo existe una única salida. Puedo ver las montañas, sentir la brisa, contemplar el mar en calma...
Todo se vuelve en blanco y negro. Puedo distinguir como las copas de los árboles se agitan por el viento. Todo está en calma. El sol se apaga y la iluminación hace que mis sentidos me hagan ver el hermoso paisaje que se alza enfrente de mí. Camino hasta el borde. La hierba está algo aplastada, porque algunos ya conocemos este lugar, y es al que huimos cuando las cosas se ponen realmente feas. Estiro mi mano. Como un niño inocente que juega a su antojo con la realidad. Intento tocarlo y sentirlo. Puedo oír el viento cálido. El ruido de los árboles. Las olas del mar...
Pero mis manos son demasiado pequeñas como para alcanzarlo. Solo puedo quedarme allí observando, sintiendo su calma, e intentando vivir una realidad alternativa que me haga escapar de la soledad. Puedes permanecer en el lugar el tiempo que sea necesario, pero no te recomiendo quedarte mucho tiempo. Querrás alcanzar todo aquello que ves. La locura provocada por la soledad te hará creer que puedes alcanzar el otro lado si corres con firmeza y das un gran salto. Y algún día lo intentarás. Querrás buscar por fin esa calma. Querrás descansar. Correrás con todas tus fuerzas y saltarás el precipicio intentando llegar a los árboles. Pero cuando comiences a caer te darás cuenta de que no es posible y caerás irremediablemente al mar...
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