Luces y sombras
Caminaba pensativo por las calles. Era de noche, y lo único que iluminaba el asfalto eran las luces de los letreros luminosos, las luces de los bares y las tiendas, y las farolas. Estaba tan inmerso en mis pensamientos que sin darme cuenta estaba recorriendo el mismo camino que había seguido otras veces. El camino que me llevaba a ti. Ese camino cargado de nerviosismo e ilusión por la espera. Por poder sentir tu calor, tu afecto, tu olor y el contacto de tus labios. Por unos momentos mi paso acelerado se detuvo y sentí como mi cuerpo se estremecía al recordar todo aquello. A partir de ese momento el camino de vuelta iba a estar marcado por los recuerdos.
No tenía ganas de seguir caminando, pero necesitaba la falsa tranquilidad y protección que me proporciona mi hogar. A cada paso deseaba que la noche acabase de una vez. Quería llegar y dormir, olvidarlo todo por unas horas, aunque sabía que durante otras mi cabeza recordaría el pasado y se imaginaría una vida distinta a la que me ha llevado hasta esta situación.
Mi destino estaba cerca y casi instintivamente desvié la mirada hacia mi izquierda, percibiendo que alguien se camuflaba entre las sombras de las calles. Eran dos adolescentes. Apenas un segundo fue suficiente para lograr que mi pecho comenzase a dolerme y mis ojos empezasen a teñirse de agua salada. Los dos permanecían con los ojos cerrados. Sus labios estaban juntos. Los dos intentaban vencer la torpeza inicial, al tiempo que jugaban a experimentar sensaciones que ni siquiera sabían que existían.
Después de eso sabía que la noche sería larga. Metí mis manos en los bolsillos y alcé la cabeza intentando buscar en el horizonte algo que llamase mi atención y lograse que mis pensamientos se marchasen a otra parte. Pero no ocurrió nada. Mi cara estaba desencajada y mis ojos deseaban tener la protección de la oscuridad y la soledad de la noche para poder gritar en silencio, añorando todo aquello que una vez pude sentir...
1 comentario:
Dios menudo dolor en el pecho...
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