10 noviembre, 2006

Calmando el dolor

“Tumbado, era capaz de sentir su calor. Sentía como rozaba sus mejillas. Su boca esbozaba una sonrisa porque nunca se había sentido tan feliz y liberado. Con cada respiración sentía que el final estaba más cerca. Sentía como los sentidos se engrandecían y como por una vez se sentía vivo, al saber que sus venas se estaban vaciando y su corazón estaba latiendo con fuerza…”

Sujetaba con curiosidad el cuchillo en su mano. Nunca había sujetado algo con ese fin. Pero su dolor era tan grande que no podía reprimir sus impulsos. Estaba harto de sentir ese vacío, ese dolor y esa angustia recorriendo su pecho. Harto de sentir como con cada aliento de esperanza por sobrevivir el pecho se hundía irremediablemente y los pulmones se encogían intentando captar el mayor halo posible.

Desconocía las razones que le unían a este mundo, aunque en realidad no quería afrontarlo, porque sabía que ya no le quedaba nada. Deseaba saber si quería continuar y lo descubriría de la única manera que podría mostrarle la verdad.

Jugueteó inocentemente con el cuchillo en su muñeca, pero eso hizo que sus deseos por continuar creciesen aún más. Posó el cuchillo sobre sus venas y sintió el frío contacto del acero. Sabía que iba a doler, pero no más que todos los cortes que recubrían su pecho intentando calmar el dolor psicológico. Deslizó el acero y cuando vio chorrear la sangre no fue capaz de sentir nada, tan solo libertad.

Permaneció sentado a la espera. Sabiendo que la decisión tomada era la correcta. Decidió tumbarse, para poder descansar en paz…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No elegimos nacer, no sabemos vivir y no queremos morir...eso es lo corriente...que melancólico para ser viernes, un abrazo fuerte!!

Anónimo dijo...

No entiendo porque no sale mi enlace!!