18 enero, 2007

Fuente esperanza

Decidió pasarse por allí. Hacía mucho tiempo que no visitaba aquel lugar, y sentía una extraña atracción por adentrarse de nuevo. Sentía curiosidad por saber en qué estado se encontraba o incluso por saber si aún seguía allí.

Recordaba vagamente el camino, pero después de haber caminado durante un tiempo logró recordar con claridad hacia dónde debía dirigirse. Conforme avanzaba crecía la ilusión por llegar. No podía esperar más y echó a correr tan rápido que no se paró a observar toda aquello que le acompañaba durante el camino.

Una vez pudo distinguirlo a lo lejos no le gustó lo que vio. Estaba envejecido, oscuro, mancillado y olvidado. Pero aún así decidió adentrarse en su interior y volver a recuperar aquello que había venido a buscar. Una vez abrió la puerta no logró reconocerlo. Estaba putrefacto, abandonado y agonizante. El tiempo lo había castigado demasiado y parecía que hacía más tiempo del que él pensaba que no se pasaba por allí. Sintió ganas de cerrar la puerta y marcharse, pero ya que había recorrido ese camino decidió no mirar atrás.

Caminó con la máxima cautela que podía mantener. Recordaba vagamente el lugar y la falta de luz hacía que sus pasos fueran cortos y seguros. Pero sabía dónde estaba exactamente. En cuanto la vio sabía que estaba ahí. Aún conservaba una luz tenue pero estaba cubierta por una gruesa capa de polvo. No sabía exactamente que hacer, porque conocía cuales habían sido las consecuencias de haber abusado de ella en el pasado. Pero como hacía tiempo que la había abandonado decidió sujetarla con firmeza y tratar de devolverla al estado en el que la recordaba...

Había algo que le desconcertaba. Algo como ese recuerdo difuso de un mal sueño que se sucede durante el día. No le transmitía una buena sensación, pero el haber vuelto a disponer de ella hacía que todo pareciese no importar. Observó como la luz que irradiaba parecía marcar un camino entre toda aquella oscuridad y cegado por la ilusión de saber que se ocultaba al final del mismo, decidió seguirlo...

Parecía caminar con seguridad, pero en un instante se detuvo. Se sentía cansado y decidió arrimarla a su corazón para intentar que le diese fuerzas. Cerró los ojos, y en el momento en el que la posó sobre su pecho volvió a abrirlos con rapidez al recordar con claridad que había sucedido la última vez que lo había hecho. Y así fue como ocurrió...

La esperanza le reventó en el pecho. Causándole más estragos de los que podía imaginar. Aturdido cayó al suelo. Sentía como el corazón le dolía y no era capaz de respirar. Sentía como la sangre se escurría por sus mejillas y por su costado. Tenía la cara ensangrentada y el torso desfigurado. La luz de la esperanza se había ido, y sin ella no podría volver a encontrar la salida...

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