12 septiembre, 2006

Días de borrasca

Días en los que estoy endemoniadamente harto de todo, o de algo o alguien en especial. Días en los que no me apetece mantener una conversación normal. Días en los que miro al horizonte y pienso en aquello que me hace sentir mal mientras aprieto la mandíbula. Días en los que me apetece estar aislado de todo y todos. Días en los que puedo dar una contestación bastante maleducada ante una pregunta indiscreta. Días en los que desearía desaparecer. Días en los que desearía estar inconsciente hasta el día siguiente. Días de rabia contenida. Días de llanto descontrolado. Días en los que podrás observar mi actitud y pensar en lo extraña que es. Días en los que observo como el agujero se hace más profundo y caigo un poco más. Días en los que pienso que lo he perdido todo y pierdo aún más. Días en los que sale la parte más chula, maleducada, indiscreta, irascible y pesimista de mí. Días en los que te miro y no sé porqué me gustas tanto. Días en los que odio a mí mismo por convertirme en esto. Días en los que me gustaría arrancarme el corazón para dejar de sentir. Días en los que sé que el camino de vuelta es demasiado largo, o más bien sé que no hay vuelta atrás. Días de niebla. Días en los que mis demonios interiores se alimentan de mi miedo. Días en los que trato de esconderme detrás de mi mismo. Días en los que me apetece romper algo bonito. Días en los que siento como todo mi cuerpo está lleno de costras. Días en los que la línea entre la cordura y la locura se hace más difusa. Días en los que te echo de menos. Días en los que dicen “ya se le pasará”. Días en los que pienso en la soledad que me invade. Días en los que te necesito, pero nunca estás ahí, o al menos de la forma que quisiera. Días en los que todo me da igual. Días en los que tan sólo necesito que alguien me diga “¿estás bien? ¿quieres hablar?”. Días en los que tengo mucho que decir pero me han cosido la boca. Días en los que debo volver a tragar, ahogándome cada vez un poco más. Días en los que sé que si desaparezco tardarían en darse cuenta. Días en los que nadie entiende mi actitud. Días en los que solo necesito hablar, pero nadie tiene oídos para escucharme.

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